Intensidad
de vivir
no
en una pieza oscura llena de luces
no
abandonado en una calle llena de gente
no
de un cuerpo enamorado sin alma,
tal
vez saltando de un barranco para no morir como nací desnudo
o
escuchar palabras hasta proferir silencio
o
comer pescado frito y convertirse en pez.
No
intensidad como Dios manda
sino
como la manda la locura,
a
veces contenida por millones de años
hasta
que al fin se materializa en una simple flor en el desierto
o
en una estrella fugaz que nadie vio cruzar por el pensamiento de un recién
nacido
y
brotar de sus ojos como enredaderas que quema el sol estival
hasta
que retornan al verde con el morir
que
son las vidas
que
van a dar la mar.
Intensidad
de vivir
desbordado
más allá de sí mismo
sin
aceptar límites
más
allá,
eso
es
intensidad
de
vivir.
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