martes, 8 de noviembre de 2011

TRABAJAR COMO BLANCO



Hace unos treinta años se usaba una expresión en mi patria –Chile-- que ahora ha caído en desuso: “trabajar como negro”, y que sin ser especialmente denostativa hacia esa raza, hacía mención a  su esclavitud pasada y al excesivo trabajo. Ahora llamar a alguien de piel morena negro se considera una ofensa. Sin embargo, propongo acuñar de aquí en adelante el término “trabajar como blanco”, haciendo mención a esta nueva forma de esclavitud del hombre mundial, bajo la férula del trabajo capitalizado.
El trabajo fue considerado una maldición para los judíos de hace tres mil años y así lo describieron en su Torá. Quizás hoy mayoritariamente ya no piensan lo mismo y tienen sus suculentas razones… Pero nosotros, los blancos --histórica raza de dominadores--, hemos caído incautamente en la trampa de trabajar para cumplir con algún deber moral o afectivo. Yo no trabajo para subsistir; de ser así, probablemente ni siquiera me interesaría subsistir. Yo trabajo para que mis hijos se eduquen y tengan las oportunidades de desarrollarse y vivir en sociedad de la misma manera que yo las he tenido. Con eso me es suficiente para “trabajar como blanco”. ¿Adónde ha llegado la humanidad para que un humano tenga que esclavizarse o prostituirse en función de un trabajo para esto tan simple y natural: que vivan sanamente sus hijos? “Trabajar” se ha convertido para todos en la condición sine qua non para lograr y realizar el sentido de vivir, sea este los hijos, la mujer, la amada, los padres, el reconocimiento social, los bienes materiales, la casa propia, la autosatisfacción, el enriquecimiento, el descanso, la vocación, etc. etc.
Cuando Hobbes, en el año 1651, sostuvo que el Estado nos protegería a cambio de cederle nuestra libertad, no fue lo suficientemente claro y preciso para agregar que donar la libertad, a cambio de lo que fuese, acarrearía la muerte del sentido y del valor del Hombre. Aquí hemos llegado con nuestro contrato social. ¿Cómo no simpatizar a veces con los más extremos anarquistas, harto más lúcidos que esta casta contemporánea de borregos blancos?
El trabajo—con Marx o sin Marx—nos aliena, porque hemos establecido una verdad irrenunciable: “Vivir dignamente es posible sólo trabajando y trabajando”. Y para el 95% por ciento de los habitantes de este planeta, trabajando en desmedro de uno mismo y en beneficio de otro. Quizás sea eso la esencia del mensaje cristiano. Sin embargo, el original crístico “ama a tu prójimo como a ti mismo” requiere otro intento de revisión de la doctrina social de la Iglesia. Los ricos cristianos y no cristianos se han apropiado del “ama a tu prójimo” “ama a tu prójimo”, a condición de que el rico sea tu prójimo y que el tú mismo sea lo que el rico te quiera pagar.
Hemos nacido para crear y en libertad—parece hoy demostrarlo la abrumada historia--. Hemos venido a desarrollarnos no en número ni en bienes, sino en calidad de espíritu y de mente, con las maravillosas e inimaginables consecuencias que eso nos habría de causar. Cuesta reconocer que tenemos un sentido como humanidad, que tenemos un imperativo natural, que de seguir contradiciéndolo nos convertirá en dinosaurios extintos, demasiado arrogantes para un planeta pequeño… Que exista Dios o no exista, eso ya ni siquiera es crucial ni prioritario de proponer… Que se destruya el humano a sí mismo y al planeta habitable, eso sí lo es…
“El trabajo dignifica”. ¿Para qué?... Sea y lo comparto, pero no el trabajar como blanco.

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