Pegada mi piel al asfalto
se estira un poco más con el tranco galopante
de las ruedas que torturan y me queman.
Ya no tengo cuerpo
soy un pellejo pegado al pavimento
y aquel caminante me mira
con recelo
también dispuesto a pisarme.
Las monjitas de la Caridad
al verme allí tirado
se persignan
y llaman a la policía
que me busca por las calles ululantes
sin hallarme.
¿Cómo se puede vivir pegado al pavimento
y no morir de hambre ni frío?
Hay un perro que me huele y ladra
hay una gaviota que me invita al mar
y una hormiga me hace cosquillas en la oreja aplastada.
Hay un gramófono en la esquina que canta
y me dan ganas de bailar como un fantasma
hasta el amanecer.
Estoy pegado al suelo
demasiado atropellado
sólo piel
para levantarme.
hermética desolación Rodrigo, sentirse sin huesos ni sotén, apenas algunas palabras...
ResponderBorrarme huele a mi gente... entre la que me cuento.
ResponderBorrarme suena a pueblo, a indigencia... a humanidad.
lo veo cotidiano, doloroso.