sábado, 20 de agosto de 2011

HERMOSA VISTA

José Francisco se reclinó en su cómoda poltrona con las manos tras la nuca y se quedó contemplando la hermosa vista de la ciudad iluminada. Un suspiro de placer se le escapó del pecho sin proponérselo, satisfecho por la vida que le había tocado vivir. Todo se le había dado bien desde el momento de nacer. Lo que deseaba lo obtenía sin mayores contratiempos, y la razón era simple. Pertenecía a una familia acomodada que le había dado y facilitado todo lo que ahora poseía. Desde el gran jardín en pendiente, vigilando desde la terraza de su mansión, se sentía casi dueño de todas aquellas pequeñas lucecillas que humildemente se apretujaban para sobrevivir. Una sensación de profundo bienestar lo impulsó a tomar la copa de whisky y llevársela a los labios con los ojos cerrados. Entonces se le llenaron los ojos de lágrimas y exclamó: “Gracias, Dios mío, por haberme dado todos estos maravillosos bienes, y no haber tenido que sufrir las penalidades de todos esos desgraciados.”

1 comentario:

  1. Bien por Juan Francisco. Malo para mi. que con mucho esfuerzo lucho para mantener encendida mi lucesita. Cada quien es cada cual. Un abrazo amigo.

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