jueves, 25 de agosto de 2011

EL ENCUENTRO

Rodrigo se levantó feliz esa mañana de domingo. Desde que su padre había muerto atropellado, las cosas se habían dado paradójicamente mejor para su madre y sus dos hijos. Con esfuerzo y muchas lágrimas escondidas Carmen había comenzado a trabajar de empleada doméstica, y aunque no dejaba más que tres días a sus hijos con su vecina, sentía que abandonaba a sus tesoros torpemente al partir antes de las seis de la mañana a su labor. Si bien hoy era domingo, salió temprano con sus dos hijos para ganarse unas pocas monedas de más, pues quería sorprender a Rodrigo con una torta para su cumpleaños. Rodrigo y su hermanito caminaban de la mano de su madre por las empinadas calles del barrio alto, bien peinados y con un intenso olor a colonia, mientras contemplaba feliz, por primera vez de cerca, las maravillosas casas de los ángeles. En su arrobo dejó caer la pelota de fútbol que tanto amaba y que no abandonaba adonde quiera que fuese. Se soltó de la mano de Carmen y corrió tras ella. José Francisco nunca se imaginó que aquel niño pobre se cruzaría ante su nuevo Audi A8, de modo que no pudo evitar aplastar su cuerpecito macilento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario