Es fácil girar la cabeza y volver la vista hacia otro lado. Nos duelen las heridas en los ojos, pero en los ojos del alma, los ojos profundos que como un faro iluminan en redondo el espacio oscuro en el que a cada instante nos evadimos como espías y reos ocultos de nuestra propia conciencia demasiado luminosa y cierta. Es fácil encender una luz en nuestro pequeño dormitorio y mantenerla encendida por toda la noche, hasta que llega un nuevo día que nos permite volver a ver gratis, reposar en lo externo compasivamente dado, y no reconocerse a sí mismo solo y sin luz interior, sin la menor capacidad de encender una luz dentro de nosotros mismos y mirar de verdad, aunque siempre duela. Eso es lo primero que huimos y que ahora mismo queremos negar al leer estas filosas palabras: DUELE… NO SÉ POR QUÉ… ENTONCES HUYO…
Eso es lo que pasa a veces con uno... duele...algo adentro, duele. Entonces miro hacia atrás para ver si cause a alguien daño y no lo encuentro. Busco dentro mío una culpa y no la encuentro. Condición humana quizás el que nos duela sin sabe porque...Un abrazo amigo.
ResponderBorrarTal vez es más fácil huir que luchar , pero a la larga toda lucha suele tener su recompensa.Se pueden evadir las situaciones , pero con ello no se atajan las incertidumbres que pueden llegar a doler.
ResponderBorrarUn Abrazo.
"iluminan en redondo el espacio oscuro en el que a cada instante nos evadimos como espías y reos ocultos de nuestra propia conciencia demasiado luminosa y cierta"
ResponderBorrar¡Cuánta verdad, cuánta reflexión en tus palabras mi querido Rodrigo! se supone que debería ser fácil huir, pero la conciencia nos acompaña SIEMPRE e ilumina, habla,ata, hiere... Confirmación de que alimentar el alma y brillar con ella, es el mejor regalo que podemos hacernos para poder ser y dar... una lucha de todos los días, de todo tiempo.
Bella reflexión! Mil gracias, Abrazo ENORME!