sábado, 14 de mayo de 2011

Y DIOS NO ESTABA AHÍ


(1ºReyes, 19:11-13)

Ningún demonio ni monstruo ni espectro, ni siquiera abominación alguna surgida de las profundidades de la mente humana, puede asemejarse al espanto y  horror de la experiencia de encontrarse Aquello que denominan Dios.
Era sólo una tibia noche más en las oscuridades de ese cielo tridimensional de mi Valle del Elqui. Ese cielo desbordante de estrellas que te aplastan el alma y que hacía tiempo me venía asombrando con su creador. Cristiano de familia pero sin religiosidad institucional ninguna, me adentré de joven en el Cristo místico de mis espontáneas lecturas bíblicas, y, sobre todo, en un Jesús también desbordante y sobrecogedor que comenzó a revivir su vida y pasión por la Galilea de mi alma. Así, un buen día me reconocí amigo íntimo de Jesús y de Dios. Tan amigo y tan amado y amante, que Dios y Jesús se transfiguraron en uno conmigo.
Entonces ocurrió aquello. Aquello que yo busqué desde el inicio mismo del despertar de mi conciencia; desde que miré por primera vez el universo con los ojos bien abiertos y me dije a mí mismo: “¡Aquí hay un Dios!”. Por años, lentamente, progresivamente, como uno se va enamorando de un amor imposible, buscaba a Dios por todas partes… Siempre Él me rehuía, se escondía detrás de un lugar invisible justo cuando yo alcanzaba a distinguir el último vuelo de su negro manto. Pero cada visión incompleta, cada frustración de perderlo una y otra vez me dejaban  una huella tan dulce, tan sobrecogedoramente real, que me llenaba y me acercaba más y más a Él precisamente por su vacío y ausencia.
Esa noche yo contemplaba una vez más el espacio eterno entre las estrellas. Yo contemplaba el espacio vacío y el espacio lleno. Yo era uno solo con Dios. Entonces me levanté de mi sillón y me fui a dormir en calma, con la certeza de que Dios vendría por fin a mí, al frente de mis ojos, como verdad develada.
(Continuará)

Rodrigo Inostroza Bidart

1 comentario:

  1. Me dejas en ascuas. Mi ruptura con dios no fue tam complicada, porque se resolvió a través de los charlatanes que se arrogan el derecho de representar a ese ser inexistente. Un cinco y un saludo

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