¡Bien!... ¡Ha llegado la hora de terminar las vacaciones!… Una vez más volver a la esclavitud para sobrevivir alienado, porque mis antepasados así lo dispusieron en un instante como cualquier otro –ellos tan víctimas como victimarios--, trayéndome a este mundo podrido en el que me fui transformando como un gusano en crisálida, en mariposa y en hombre… ¡Perdón, me iré a la ciudad de Santiago!... Las horas se descuentan del calendario de mis últimos días –porque la vida es tan corta como mis vacaciones--, mientras yo contemplo desde mis ventanas todavía abiertas el viento de las montañas terribles y supremas del Valle del Elqui, donde mi dios se escondió para no ser reconocido como Mago y Respiración contenida hasta el final de los tiempos…
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